Todo marcha bien, y cada vez mejor. Tomada de su mano se siente suelta, segura. Sus ojos le dan luz, y su sonrisa es la más linda.
Ella lo esperaba, todas los días de la semana en la misma esquina, a la misma hora. Hacía sola, los pasos que alguna vez hicieron juntos, se tomaba la mano con el aire del lugar que alguna vez había sido parte de algún beso. Lloraba hasta que sus ojos se cerraran para creer que estaba segura en otro lado, pero su inconsciente tampoco la dejaba tranquila. Despertaba con ganas de ser feliz, y aunque con razones, ella misma no se lo permitía. Todavía no había escuchado los concejos de su madre, que con esfuerzo logro hacerlo. Después de escuchar las simples palabras de su mamá, su rostro volvió a tomar color, su sonrisa tomo la forma de antes. Le costo darse cuenta de como eran las cosas, de que el mundo no dejaba de girar sin él. Que es mas, había otras personas y otras razones por las que el mundo tenia que seguir girando, y mas fuerte.